Me apetece mucho que la primera receta de este blog sea una salsa de tomate casera…, quizá la más sencilla, versátil, saludable y deliciosa de todas las salsas. Puede usarse prácticamente para todo…, con pasta, verduras (a mí me chifla con judías verdes), arroz, tofu, seitán, soja texturizada, en la base de otras salsas, para enriquecer guisos, potajes, empanadas, etc…
Hay mil formas de prepararla, de hecho yo tengo media docena de variantes, aquí os dejo una que a mi entender, está de rechupete:
Ingredientes:
– 2 cebollas hermosas.
– 3 ajos bien picados.
– 1 pimientos verde.
– 2 pimientos rojo (gracias a su dulzor evitaremos corregir la acidez con azúcar, nada recomendable).
– 2 zanahorias (como el pimiento rojo y la cebolla contribuye a neutralizar la acidez).
– 1 chorrito de aceite de oliva (para sofreir).
– 7 tomates hermosos (o dos lata de kilo de tomate pelado entero, sobre todo si no estamos en temporada de tomates).
– Una pizca de pimienta, orégano, albahaca, comino y/o las especias que más te gusten (opcionalísimo, claro, a la par que recomendadísimo).
Elaboración:
Se sofríen en el aceite de oliva las cebollas con los ajos, las zanahorias, el pimiento verde y los pimientos rojos, una vez bien pochado se añade el tomate, se sala, se le agregan las especias que nos gusten (yo suelo poner pimienta, comino y orégano…, y un poco de albahaca si tengo) y se deja a fuego lento sine die (es una hipérbole, claro, pero si queremos que el sabor se haga pleonasmo en la boca necesita hacer chup chup a fuego lento al menos una hora). Finalmente se bate todo fino y a gooooozarrrr…