Ingredientes:

– Patatas.

– Aceite, sal.

– Salsa brava (salsa de tomate casera, vinagre, pimentón dulce y picante, cayena).

Elaboración:

Antes de nada decir que estas patatas bravas son las son de verdad, y no esas burdas imitaciones a las que les ponen ketchup y/o mayonesa y se quedan tan pichis.

Las patatas no tienen mucho misterio, se cuecen, dejándolas un pelín al dente, para darles un golpe final que las acaba de hacer friéndolas un par de minutos en aceite de oliva bien caliente, hasta que queden ligerísimamente doradas (yo las enharino previamente para que queden más crujientes).

La diferencia, obviamente, está en la salsa; para la que hay que añadir a una buena salsa de tomate casera (si queremos un resultado óptimo la de bote no sirve) unas gotitas de vinagre, un poco de pimentón dulce, otro picante y 1 cayena si la quieres brava, 2 si la quieres bravísima y 3 si la quieres arrabiata. Se cuela la salsa (que tiene que ir un pelín salada si no vamos a añadir sal a las patatas) y, todo caliente y humeante, se mezclan en erótica abundancia con la patatas.