
Ingredientes:
– Pan del día anterior (al ser mini torrijas yo lo hice con baguette integral).
– 1 vaso magnífico de veche de soja (también le va de perlas la de arroz, avellanas, almendras, avena o la bebida vegetal que tengas).
– 50 g de harina de garbanzos (más o menos).
– Para el trampamhuevo: un chorrito de limón, un chorrito de la veche que hayas elegido, aquafaba (es el líquido que viene en los botes de garbanzos y que, insensatamente, solemos tirar…, si no tienes pues, naa, un poco más de veche y listo) y una pizca de bicarbonato.
– Un trocito de cáscara de naranja y otro de limón.
– Aceite de oliva virgen (para freír).
– Panela (o azúcar normal) y canela (para espolvorear al final). .
Elaboración:
Tan sencillas como las torrijas de toda la vida, pero sustituyendo la leche de vaca por veche de avena (o cualquier otra leche vegetal que te guste), y el huevo por trampanhuevo (harina de garbanzos, aquafaba, un chorrito de limón, un poco de bicarbonato y, si lo pice, un poco de veche de soja)…, lo demás exactamente igual. Cortamos el pan del grosor del un dedo pulgar de la mano de un pianista, lo mojamos en la leche vegetal (a la que añadiremos 3 cucharadas de azúcar moreno y las cáscaras de limón y naranja), rebozamos en la harina de garbanzos (previamente batida con el chorrito de veche de avena, el de vinagre de manzana y el bicarbonato). Finalmente las freímos en aceite de oliva bastante caliente, las escurrimos bien, las embadurnamos con azúcar y canela (donde las dejamos un momento antes de impregnarlas bien para no quemarnos los dedos por glotones) y a gozar.
Nota autolaudatoria: Valentina, que tiene un pico archisibarítico y un espíritu hipercrítico, me dijo que estaban «torricas» (después de zamparse cuatro), de ahí el nombre. Y Reyes, cuando le comenté que eran veganas, pensó que le estaba tomando el pelo.
Nota aromática: No es que lo necesiten, pero si te mola lo cítrico, admiten con agrado y donosura un poco de ralladura…, naranja, limón, lima… o mezcla.
Nota empírica: Sirope de dátil, todo un hallazgo… En lugar de embadurnarlas todas en panela (o azúcar de caña) y canela, pon en algunas un chorrito de sirope (si no tienes de dátil también le van bien el de arce o el de agave).
Nota penúltima: Si cuando las mojes, le pones a la veche de avena, junto al azúcar y las cáscaras cítricas, unas gotas de agua de azahar, y luego, una vez acabadas las torrijas, las presentas con una frutilla escarchada, habrás inventado las «rosconrrijas»… (Bueno, las he inventado yo, pero te doy permiso para decir que has sido tú 🙂
Nota última (a modo de resumen): Después de hacer muchas, he comprado que el punto de las torrijas veganas está en hacer el trampanhuevo con aquafaba, harina de garbanzo, un chorrito de limón, un poco de bicarbonato, y veche de soja hasta que la mezcla queda ligera y burbujera. Por otro lado, calentamos en una cazuela de barro la veche de soja con bien de azúcar (la blanca es menos sana, pero más genuina), una monda de naranja, y otra de limón. Y cuando se atempere mojamos el pan (una barra normal, comprada y cortada dos días antes para que esté durita y no se rompa al mojarla es lo ideal), pasamos por el trampanhuevo, freimos en aceite de oliva virgen bien caliente, y luego espolvoreamos o rebozamos con una mezcla de azúcar y canela.