– Aceitunas sin hueso (o rellenas de pimiento rojo).
– 1 cebolleta.
– Aceite de oliva virgen, vinagre de manzana, pimienta negra, sal y kala namak (opcional).
Elaboración:
Mientras cocemos las patatas y las judías verdes vamos troceando el resto de las verduras, añadimos las aceitunas laminadas, los garbanzos y el maíz dulce. Finalmente pelamos las patatas en templado y las agregamos junto a las judías verdes. Aliñamos con el aceite de oliva, vinagre de manzana, sal, pimienta y kala namak (prescindible, pero recomendable por su aroma sulfatado) y bon ñampetit.
Nota: Yo suelo poner el aliño aparte, así cada cual se lo guisa a su manera. Además, la ensalada sin aliñar aguanta perfectamente de un día para otro en la nevera.
– 1 pimiento verde, otro rojo, dos ajos, una cebolla, una zanahoria y un tomate.
– 1 lata pequeña de champiñones y otra de guisantes.
– 1 puñadito de frutos secos.
– Aceite de oliva, sal, pimienta, finas hierbas, cayena, laurel y caldo de verduras o agua.
Elaboración:
Rehogamos las verduras en el aceite de oliva, cuando estén bien pochadas añadimos las especias y el caldo, batimos muy bien añadiendo un puñadito de frutos secos; finalmente las patatas peladas, lavadas y tronchadas, los guisantes, las aceitunas, los champiñones y los garbanzos. Chup chup hasta que todo esté al dente, corregimos de sal y a gozar.
– Medio kilo de agaricus campestris, que como no tendrás, le puedes poner champiñones laminados, que son de la familia.
– 2 ajos.
– 200 gramos de garbanzos (cocidos al estilo de la abuela o de bote si no tienes tiempo).
– 200 gramos de alubias negras (igual que con los garbanzos).
– Medio vaso de vino blanco.
– Perejil, pimentón, finas hierbas, 1 cayena pequeña, un poco de harina, pimienta y sal.
Elaboración:
Como base preparamos los champiñones como si fuéramos a cocinarlos al ajillo, es decir, sofriéndolos en 3 cucharadas de aceite de oliva con los ajos laminados y agregándole el perejil picado, pimentón, finas hierbas, cayena, harina para engordar la salsa, sal, pimienta y, al final, el vino blanco. Dejamos que reduzca unos minutos y finalmente añadimos los garbanzos y las alubias negras que ya tendremos al cocidas, con lo que 10 minutos de chup chup y al ataque.
Nota: Yo cocí los garbanzos y las alubias con verduras (1 tomate, 1 pimiento verde, otro rojo, 1 zanahoria, 1 cebolla y un ajo…, también le añadí media gilda para darle un toque picante y cinematográfico), una vez que tuve las legumbres al dente (obviamente las tenía en remojo desde la noche anterior) trituré la verdura con un puñado de anacardos. El caldo gordo resultante lo añadí a la zarzuela y allí, créedme, sonó un solo de oboes.
– 200 g de entremozos (los altramuces de toda la vida).
– 350 g de cicer aretinum (un bote de garbanzos cocidos de toda la vida).
– 1 chalota.
– Medio pimiento verde.
– Medio pimiento rojo (o un poco menos si es grandote).
– 1 ajo.
– 1 puñadito de anacardos.
– Levadura de cerveza.
– Perejil, sal, pimienta, comino y un chorrito de aceite.
Elaboración:
Demasiadas veces se me olvida el perejil, y no le hubiera ido mal este entrepanes de garbanzos con altramuces, levadura de cerveza, pimientos rojo y verde, chalota, anacardos, ajo, sal, pimienta, comino y aceite (todo bien pasado por la batidora a cuchilla revolucionaria). Y para acompañar entrepanes, cebolla bien frita, tomate en rodajas, espinacas, pepinillos, champiñones laminados, aguacate (o guacamole), mostaza de Dijon, ketchup y/o lo que salga de la imaginación y/o las apetencias.
Podemos usar los garbanzos sobrantes de un cocido, cocerlos o, lo más sencillo, utilizar un bote de garbanzos y ahorrarnos el cocimiento. Con cualquiera de las tres versiones hay que machacarlos bien con un tenedor y mezclar el machado resultante con la tontería roja y el aceite de oliva. La cebolleta se pica en brunoise (juliana no, lo otro) y se pone por encima, pero sin mezclar, para que no se humedezca demasiado y permanezca crujiente hasta el momento de servirla. Le va bien, si te gusta, un poquito de pimentón espolvoreado y una guindilla para adornar que luego te puedes ir comiendo a mordisquitos de lirón/a.
Nota: En realidad este plato (que para mi tiene un valor sentimental, porque en tiempos fue mi favorito…, por la sencilla razón de que es una auténtica delicia) está sacado de un accidentado cocido en el que descubrí, a lo Alexander Fleming, el maravilloso binomio que hacen los garbanzos con la tontería roja…, pero esa es otra historia y ya la contaré en otra ocasión.
– Sal, pimienta, una pizca de pimentón y un poco de agua para darle una textura cremosa.
Elaboración:
Es un poco repetir la base del hummus de garbanzos tradicional (es decir, se mezcla todo y se bate, luego se le pone un chorrito de aceite de oliva por encima y se espolvorea con pimentón)+ pero le he añadido algunas variantes bastante afortunadas (a mi entender, claro). Todo lo que le pones al hummus (con unos pocos garbanzos menos y algún fruto seco más) pero añadiéndole un aguacate…, delicia inconmensurable.
– Garbanzos para los que seáis (80 g por persona, 150 si están cocidos.
– 1 chalota (o cebolleta, o cebolla).
– 1 puerro.
– 250 g de rebozuelos (sustituibles por shitake, boletus, champiñones, o la seta que más te guste).
– Caldo de verduras.
Elaboración:
Se pican y pochan una chalota (o cebolleta, o cebolla…) y un puerro…, una vez pochados se añade un poco de chorizo ahumado vegano (o no), se rehoga unos minutos y añadimos las setas elegidas. En esto que seguimos pochando, y finalmente, cuando parecía que nos iba a olvidar, aterrizamos del fantaseo y ponemos los garbanzos cocidos (de bote o de olla)…, cubrimos de caldo de verduras (o agua) y en 30 minutos está listo.
Apostillas:
Yo le puse también unas finas hierbas y le rallé un poquito de jengibre. El caldo lo hice con un sobrecito de sopa miso (lo ideal hubiera sido que fuera de sopa o crema de champiñones, pero no tenía). Una pastilla de caldo de verduras, a ser posible ecológica, le va igual de bien…, o un chorrito de salsa de soja…, se me acaba de ocurrir.
Si no te van las setas, porque no te gustan, o porque tienes miedo de envenenarte, le puedes poner soja texturizada (hidratada, enharinada y frita, como siempre)…, aunque entonces tendrías que cambiarle el nombre a la receta y llamarlo trampampollo con garbanzos.
También le puse una pizca de pimentón y media de cayena…, lo confieso, me encantan las cosas rojas y picantes…
Lo sé…, en esta receta me he puesto un poco plasta con las apostillas…, sorry, prometo que volverá a repetirse.
– 200 gr de garbanzos secos que dejamos toda una noche en remojo.
– 1 zanahoria hermosa.
– 2 ajos.
– 1 cebolla tierna (lo que viene siendo una cebolleta).
– 1 ramillete de cilantro y otro de perejil.
– 1 cucharadita de levadura de cerveza o pan rallado (opcional).
– Especias al gusto: pimienta, comino, pimentón, curry, zaatar…
– Media cucharadita de levadura (y/o bicarbonato) y sal al gusto.
Ingredientes para la salsa de yogurt:
– 2 yogures naturales de soja no edulcorados (también puedes usar bebida de soja o un pepino)..
– 1 ajo hermoso.
– 2 pepinillos (opcional).
– 1 cucharadita de alcaparras.
– 1 puñadito de almendras tostadas (o nueces, avelllanas, anacardos…)
– 1 rebanada de pan tostado, o un por de regañás (opcional).
– Hierbabuena, una pizca de eneldo (si te gusta, si no nada), un chorrito de limón y sal al gusto.
Elaboración:
Formamos la masa del falafel batiendo todos los ingredientes hasta conseguir una consistencia más o menos homogénea. Lo ideal es dejarlo reposar una hora para que mariden bien los sabores y el bicarbonato (o/y levadura) haga su efecto como impulsor, aunque con media valdría. Pasado ese tiempo le damos la forma que más nos apetezca (normalmente se les da forma discoidal, como si fueran pequeñas hamburguesas…), freímos en aceite bien caliente y lo escurrimos sobre papel absorbente.
Opcionalmente, si nos ha quedado una masa muy líquida y poco manejable, se puede usar harina de garbanzos para rebozar los falafeles y darles forma antes de freirlos, o bien meter la masa en el congelador media hora para que se endurezca y manejarlos mejor..
Para hacer la salsa de yogurt y menta (o hierbabuena) mezclamos todos los ingredientes en la batidora y los trituramos.
Nota: El falafel admite muchas variantes, particularmente creo que le va bien el repollo, perejil, aceitunas negras…
Nota 2: Otra versión más sencilla de la salsa la puedes hacer con zumo de limón, hojas de menta (o hierbabuena), ajo, aceite de oliva, pimienta negra y sal.
– Garbanzos (unos 100 g por persona, más o menos).
– 2 ajos.
– 1 hoja de laurel.
– 1 cebolla…, o cebolleta…, o chalota…
– 2 cucharadas de salsa de tomate casera.
– 1 manojito de alguna verdura rica de temporada (espinacas, acelgas, borraja…)
– Sal, pimienta, comino, cayena, pimentón, finas hierbas, vino blanco y 1 chorrito de vinagre de Módena (o no).
Elaboración:
Se sofríen unos ajos, una hoja de laurel y cebolla bien picada (con la roja queda de rechupete), se añade bien de pimentón fuera del fuego, un chorrito de vinagre de módena, medio vaso de vino blanco, que dejaremos reducir. Luego ponemos sal, pimienta, comino, finas hierbas, un poco de cayena y los garbanzos (bien remojados del día anterior, o si no hubo tiempo de bote). Se añade salsa de tomate casera y se cubre con caldo de verduras (puede ser agua, si no tenemos caldo) para que cueza hasta que se enternezcan los garbanzos. Cuando le quede media hora de cocción se ponen unas acelgas o espinacas en trozos (si lo hacemos con borraja, que queda muy rico, hay que cocerla aparte antes para que suelten los pinchos y el amargor, y luego, una vez colado, usar el caldo resultante en lugar del agua para poner al potaje.).
Nota: Además de los garbanzos, yo le añadí un puñadito de lentejas cocidas, que le van dabuti. Esta misma receta se puede hacer con alubias en lugar de garbanzos, o con ambos. Y como siempre, para perfecto plato único, el puñadito de arroz, mijo (los panecillos de mijo de la próxima receta, por ejemplo) o quinoa cocidos.